El universo femenino está lleno de grandes descubrimientos; la menstruación es una de sus musas. La llamamos regla, luna, menstruación, periodo y se le han atribuido un sin fin de nombres y apodos, derivados tanto de la admiración como del rechazo que esta vive.
Originalmente, la luna, como nosotras preferimos llamarle por su ciclo de 28 días y don de fertilidad, ha sido el símbolo de la identidad de lo poderosas que somos las mujeres al tener el don de gestar vida y lo fuertes que nos hemos hecho con el paso del tiempo logrando cada vez, un mayor reconocimiento a la esencia de esa complejidad que es ser mujer.
Desde el inicio de la humanidad se han desarrollado diferentes hipótesis sobre la menstruación, la pérdida de sangre en la mujer siempre ha sido un fenómeno muy particularmente entendido para la sociedad. La sangre, el color, el dolor, el olor y el proceso hormonal han sido una especie de mito que se ha querido ocultar. Durante la antigüedad en el mundo occidental se le relacionaba con supersticiones y enfermedades, las mujeres en esta época usaban almohadillas, trapos, hierbas, pieles y otros materiales absorbentes para poder sobrellevar el periodo y muchas veces evitaban relacionarse pues era motivo de rechazo. “No mereces cuando menstruas”, qué mensaje más fuerte que me he encargado de desaprender durante toda mi vida.
La historia de la menstruación evoluciona desde el concepto mágico y astral, pasando por las teorías filosóficas que la catalogaron como un producto de la digestión además de una demostración de la inferioridad de la mujer, hasta que en el siglo XX, se descubrió que los órganos genitales femeninos tenían funciones específicas orientadas a la búsqueda de la gestación, este maravilloso don de dar y transformar vida… una pendejadita.
Con el transcurrir del tiempo y de la historia, se han utilizado y diseñado diferentes tipos de protección femenina, esta es la breve historia de estos fantásticos productos…
En Occidente, el material utilizado desde siempre han sido las telas de algodón, en Colombia las abuelas sujetaban a su ropa interior con ganchitos y lavaban en secreto, porque los hombres no debían ver, se usaba la tradicional bayetilla roja, que plegada varias veces tomaba la talla y grosor adecuado para soportar el flujo de las mujeres.
Durante la guerra en Estados unidos, a principios del siglo XX, las enfermeras en los campos de batalla tenían dificultades para lavar sus paños y debían atender tantos heridos en combate que empezaron a usar las compresas que la Cruz Roja les enviaba para los heridos como su propia protección, eran bastante eficaces y al ser desechables ahorraban tiempo y agua en ese momento escasos. Ese fué el nacimiento de las actuales toallas desechables (también llamadas compresas), estaban fabricadas de celulosa y eran más higiénicas y absorbentes que los trapitos que entonces ellas tenían. La empresa productora de dichas compresas, vió el potencial comercial del producto y en los 20´s salieron al mercado las primeras toallas higiénicas desechables, las cuales como los trapitos, siguen agarrándose con ganchitos y cinturones especiales. En los 60´s aparecieron las toallas con adhesivo, en los 70´s la publicidad sobre protección femenina en los medios de comunicación y en los 90´s las toallas ultra delgadas con alas que conocemos hoy en día.
Por otro lado, los antiguos egipcios posiblemente inventaron los primeros tampones, estos estaban hechos con papiro suavizado y se cuenta que Cleopatra utilizaba desde entonces las famosas esponjas marinas del Mediterráneo como protección íntima.
El tampón moderno fue inventado en 1929 por el Doctor Earle Hass, de los Estados Unidos. La idea se la dio una amiga suya, quien le comentó que usaba una esponja para absorber el flujo vaginal; Haas desarrolló un pequeño tapón de algodón comprimido, que se insertaba mediante dos tubos de cartón para que las mujeres no tocaran ni contaminaran el algodón. Estos tampones eran fáciles de desechar y se convirtieron en los primeros tampones desechables comerciales en el mundo. Su comercialización fué difícil pues la mayoría de las mujeres temían perder su virginidad al usarlos.
Casi simultáneamente, sucedió la creación de la primera copa menstrual (quién diría que son contemporáneos?)
La primera patente de copa menstrual fué presentada por Leona W. Chalmers en los años 30. Era un recipiente fabricado con caucho vulcanizado. Durante esa época tuvo buen auge sin embargo en 1963 la copa dejó de fabricarse. Las razones? no era rentable, no tuvo éxito comercial debido a los tabúes culturales (manipular tu cuerpo y tus fluidos no era tema público) y además, al ser un artefacto un poco rústico era demasiado grande, rígida y pesada. En 1987 apareció en el mercado la copa menstrual de látex, reutilizable y en dos tamaños (aún disponible en la actualidad, su nombre es Keeper y fué la primera copa conocida por MS). Su éxito abrió el camino a la siguiente generación, nacida con el milenio: la primera copa menstrual de silicona. Desde entonces la copa ha venido evolucionando, se ha diversificado su producción y venta a lo largo del mundo, hoy en día existen copas en un nuevo material llamado TPE, un plástico muy puro utilizado en múltiples implantes quirúrgicos el cual permite tener diferentes densidades lo que facilita su uso, se encuentran en múltiples tallas, modelos y colores.
Ver Copa MeLuna : madreselva.com.co/madre-luna/copa-lunar-2/
Estos productos desechables que han sido comercializados durante ya casi un siglo, son sin embargo hoy en día un problema para la salud de las mujeres y la de nuestro planeta.
No entraremos en el detalle esta vez, pero sabemos que la cantidad de productos químicos que estos productos desechables contienen son fuente de problemas hoy en día comunes como el sangrado excesivo, cólicos menstruales muy dolorosos, propensión a los hongos, flujos indeseados, quistes ováricos, cáncer de útero, endometriosis entre otros.
Además tenemos claro que el proceso industrial y el desecho continuo de estos químicos y materiales no biodegradables son ya un problema ecológico del cual deberíamos también ser conscientes. Es por esto que afortunadamente existen alternativas que queremos promover y lo más increíble es que siempre han existido, pero por falta de información muchas, solo nos enteramos hasta ahora:
- Toallas higiénicas ecológicas: son generalmente fabricadas en tela de algodón absorbente (también existen en cáñamo y bambú), no contienen químicos. Son reutilizables y lavables, pasan en la lavadora y su diseño está pensado en un secado rápido, facilidad de uso, calidad estética, durabilidad y sobretodo el confort y salud de la mujer. Estas joyas son la versión ultra-moderna de los pañitos que nuestras abuelas usaban. No nos contaminan y no contaminan. Son sustentables en muchos sentidos!
- Copas Menstruales: Son un diseño de copa flexible que se introduce en la vagina, se acopla a la pared vaginal y recoge el flujo. Se calcula que puede durar hasta 10 años. La usas, la lavas. Importante que esté fabricada en material médico certificado. Una no debe meterse cualquier cosa.
- Esponja Marina: Las esponjas de mar son tampones naturales, reutilizables. No contienen dioxina o fibras sintéticas. Estos seres vivos se cultivan y recolectan de forma sustentable y su vida útil como tampón es de 4 a 6 meses o más dependiendo de su cuidado. Son cómodas, agradables, su textura es muy parecida a la pared vaginal, las esponjas son absorbentes por naturaleza y se pueden utilizar a la hora de tener relaciones sexuales como método anticonceptivo de barrera. Te invitamos a leer sobre los métodos anticonceptivos en nuestro blog: madreselva.com.co/metodos-anticonceptivos-naturales/
Ahora, que bonito seguirnos conociendo más, entre ciclos y vida, de mujer y naturaleza. Me hace feliz hablar de esto, estoy premenstrual.
Amaneciendo el blog!
MS