Descubriendo tu Intuición

Por: Asana Rebel

 

Tomas múltiples decisiones día con día. No sólo con respecto a ti misma pero también relacionadas con tus hijos y tu futuro. Antes, tus decisiones te afectaban sólo a ti, ahora sientes que debes ser sumamente cuidadosa al decidir porque tendrás una influencia directa en la vida de los demás. Todos sabemos lo difícil que es apagar nuestra mente, no sopesar los pros y contras, sino simplemente hacerle caso a nuestros presentimientos, nuestra intuición. Lo premeditado, lo reflexionado, esas suelen ser nuestras mejores decisiones, ¿no es cierto?

¿Por qué no seguimos nuestras corazonadas?

Para ser honesto, ¿cuando fue la última vez que tomaste una decisión basado en tus pensamientos? Tiempo atrás, hace 20 años, cuando debías escoger entre un helado de chocolate o napolitano en tus vacaciones por Italia con tus papás … Cierto, era una elección difícil pero escogías sin pensarlo. Ya sea que esto se debiera a la ingenuidad propia de un niño o a la intuición – ciertamente no había un exceso de pensamiento involucrado.

Con la edad nuestras dudas aumentan. Es raro que tengamos el coraje y suficiente autoconfianza como para sólo tomar nuestras decisiones sin constantemente evaluar los pros y contras. Nos preocupamos de que una vez tomada la decisión algo pudiera salir mal. Quizás nos preocupan las implicaciones financieras, cosa que en aquellos tiempos no jugaban un papel importante en nuestra vida. O el pensar que nuestros hijos tendrán que cargar con las consecuencias de nuestras decisiones durante toda su vida. Tal vez existan otras razones que nos impiden ser decididos.

Más allá de una baja autoestima, el continuo de nuestra vida profesional suele impedirnos tomar decisiones basados en nuestra intuición. Especialmente para los empleados en puestos ejecutivos de compañías grandes, por ejemplo, esta es una buena forma de comunicar cada decisión sin tener que dar justificaciones. La intuición queda completamente marginada.

Sin embargo, hay buenas noticias: cada vez a más jefes les gustaría ver a sus empleados hacer uso de su intuición en la toma de decisiones.

 

¿Por qué la intuición es la mejor arma para tomar decisiones?

Albert Einstein alguna vez dijo: “La mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional es un fiel sirviente”. Todos nacimos con una cierta forma de intuición. Es más marcada en algunos de nosotros que en otros, pero todos la poseemos y sólo tenemos que usarla para sacar lo mejor de ella.

¿Cuantas decisiones has tomado hoy? ¿Dónde se originaron? ¿Fue acaso una elección como qué desayunar o qué ropa ponerte? ¿Quizás incluso sobre qué querías cocinar por la noche? ¿Te apoyaste en tu intuición o en tu agenda del día a día? Rara vez usamos el razonamiento de pros y contras cuando se trata de decisiones mundanas de la vida cotidiana. Únicamente cuando se trata de relaciones o trabajo es cuando el sopesar argumentos entra en juego. ¿Por qué pasa esto? ¿No deberíamos actuar intuitivamente en el ámbito profesional también?

Ciertamente, puede que no sea de lo más fácil tomar decisiones importantes y que tiene impacto en la compañía, basándose en corazonadas. No obstante, podría volverse, quizás parte del proceso general de toma de decisiones. Tenemos algunos tips para facilitar y relajar la toma de decisiones:

  1. Empieza por preguntarte ¿Estoy siendo completamente honesto conmigo mismo?
  2. ¿Tú decisión definitiva verdaderamente te ayuda a alcanzar lo que quieres?
  3. Ahora ve un paso adelante y analiza si has examinado todas las alternativas
  4. ¿La decisión tomada genera consecuencias? ¿Las has sopesado y entendido?
  5. Ahora como último paso, escucha a tu intuición: ¿Estás cómodo con tu decisión? ¿Tienes un buen presentimiento?

Si estás completamente satisfecho con tu decisión, entonces sin duda has tomado la acertada. Trata de no usar tu intuición como tu fuente primaria de decisión pero como la brújula de tu corazón. Recuerda, cuando los argumentos fracasan, tus presentimientos e intuición seguirán ahí para guiarte en la dirección correcta. También es útil no dar mucha importancia a la decisión en sí misma. Si después vemos que no fue la decisión correcta, es mucho más fácil hacer ajustes y retomar el camino cuando no hemos puesto todas nuestras expectativas en dicha decisión. Además, al reconocer y corregir una mala decisión, obtenemos experiencia muy valiosa.

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