Hermoso compartir!!
«Este relato me llegó por correo esta mañana y vaya que si me hizo sonreír y mover la cabeza en señal de ¡sí, eso es, así es como debe de ser!
El relato de Aina es muy conmovedor y me alegro de compartirlo aquí con ustedes. La autora sabe que su historia forma parte de las historias de la vida y que nuestras historias ayudan a sanar así que ella me ha pedido que lo comparta y con el corazón en la mano y una sonrisa en la cara se los dejo»…
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El camino espiritual de una mujer empieza con su primera menstruación. Esto es lo primero que se me viene a la mente para empezar este relato de mi corta vida menstrual, pues quiero compartirlo con todas ustedes, porque sé que me entenderán a la perfección y se sentirán identificadas conmigo…
Bueno, empiezo esta historia presentándome, mi nombre es Aina y tengo diecinueve años. Soy una mujer entre muchas, aunque tengo una característica que quizá a ustedes les parezca curiosa y peculiar: soy ciega de nacimiento. No me avergüenza decir que soy ciega, como tampoco me avergüenzo de tener la menstruación, me siento orgullosa de ser una mujer que, desde siempre, he sentido mi lunita más que otras mujeres que me rodean. De hecho, mi primera luna fue una verdadera iniciación chamánica, contando con que yo no tenía ni idea de estos temas. Lo voy a contar muy brevemente: unas semanas antes, soñé con una serpiente enroscada en una hiedra, la cual se desenroscaba y cuando su cuerpo ocupó todo el tronco de la enredadera, sentí como una especie de éxtasis, mi primer orgasmo. Yo no le presté mucha atención, porque tenía otros problemas externos, pero las señales continuaron. Justo el mismo día que empecé a sangrar, estaba leyendo un maravilloso libro de Isabel Allende que se titula La Ciudad de las Bestias, y cuenta la historia de un chico estadounidense que viaja al Amazonas con su abuela; allí conoce a una chica y juntos emprenden un viaje fantástico, guiados por una tribu indígena a los que llaman la Gente de la Neblina. Bueno, pues ellos le hacen al chico una iniciación masculina al mundo de los adultos, mientras que las indígenas le explican a la chica que una niña se hace mujer cuando sangra por primera vez, y justo en ese momento, comencé a sangrar yo… eso sí que lo tuve en cuenta, pero no sabía cómo interpretarlo.
Durante algunos años, tuve sentimientos encontrados con mi lunita: me gustaba tenerla, pero a la vez me disgustaba la sangre, los dolores, el no poder bañarme en la playa, el mal humor que tenía… hasta que me pasó algo que me hizo cambiar. Estuve tomando corticoides durante un año por una operación que me hicieron en los ojos y estos medicamentos hicieron que mi regla no viniera durante tres meses. Yo estaba alarmada y me sentía bastante hinchada, pero los médicos no le daban importancia. Entonces dejé de tomarlas y a la semana mi lunita reapareció y estuve tan contenta de volver a verla que sonreí por primera vez desde que me viniera la menarquía y juré no tomar nunca más medicamentos alópatas y estoy mucho mejor con todo, créanme!
Entonces me lo tomé como una rutina y me ponía nerviosa si se retrasaba, como todas las mujeres de mi familia, pero yo sabía que había algo más…tenía sensaciones, visiones, sueños lúcidos y todas esas cosas, pero cuando se lo contaba a mi madre me decía que estaba loca y yo le decía que, por pura lógica, ella debería sentir cosas similares, y me respondía que no tenía tiempo para pensar en esas cosas, lo cual me desconcertó bastante. Yo me callé la boca durante algún tiempo, hasta que empecé a indagar en el mundo espiritual y alternativo: Reiki, homeopatía, gemoterapia pero me faltaba algo. Entonces, por un flechazo del destino, encontré a Miranda Gray y su fantástico libro Luna Roja. Esto me despertó muchos sentimientos nuevos, pero a la vez me abría de nuevo a otros sentimientos viejos que yo intentaba reprimir por no tener cómo nombrarlos ni explicarlos.
Bueno y después de todo esto, ustedes se preguntarán cómo manejo la parte física de mi lunita. Pues bien, lo primero que tengo que decir es que el hecho de ser ciega no hace que resulte más complicado estar en esta situación de ser mujer. Yo no puedo ver la Luna, pero me guío por las energías y con la ayuda de las webs de Internet que te dicen cómo está la Lunita hoy. Yo soy de luna roja, así que mi flujo comienza con la luna llena, desde que estoy estabilizada y trabajando conmigo misma va siguiendo fielmente a la Luna, como un girasol que sigue al Sol. Una semana antes, noto cómo mis poderes de Bruja van resurgiendo de las profundidades y veo serpientes, caras grotescas y brujas, todo esto en una cueva y tengo más sensibilidad y conexión con la Madre Tierra, así que siento que pronto llegará el momento de replegarme a mi interior. Además, como mi cuerpo es sabio y conoce mi dificultad física, me avisa con unas punzaditas en el bajovientre para que me vaya preparando, porque dentro de algunas horas saldrá el maravilloso jugo de mi interior…
Para saber si estoy sangrando o no, tengo primero que distinguir el flujo vaginal –que es muy abundante en estos momentos- de la sangre real, así que tengo que tocar y oler mi ropa interior, esto no me da ningún asco porque lo he hecho desde siempre y es una cuestión de autosuficiencia: tienes que saber cuándo empiezas a sangrar antes de que otros te lo digan… Durante todo mi sangrado, necesito oler y tocar la sangre para saber en qué momento voy a terminar de sangrar, porque la textura y el olor es diferente en cada día de sangrado y su regularidad me hace saber que todo va bien. Además está el hecho de que me gusta oler mi lunita, porque siento que estoy viva: cuando me lavo lo hago sin jabón, para después llevarme las manos a la nariz y oler mis dedos cubiertos de roja y caliente sangre, abundante el primer día, llena de coágulos en el segundo y tercer día, y poquita al cuarto, cada una con su olor característico.
Si quieren aceptar estos consejitos de alguien que está empezando en esto de la menstruación consciente, se los voy a dar encantada. En primer lugar, si disponen de una copita o una toallita ecológica (desafortunadamente yo no dispongo de ninguna de estas dos cosas, pero espero tenerlas pronto), antes de enjuagar las toallitas o vaciar la copa, cierren los ojos y toquen su sangre, olvídense del color que tiene y fíjense en su textura, su temperatura, su olor…, cójanla en sus manos y pinten su cuerpo o un lienzo con ella, y verán que, a través de sus ojos cerrados, percibirán el color rojo entrando en todo su ser, conectándolas con la Tierra y con otras mujeres. Si viven en el campo y son de luna roja como yo, pueden salir desnudas pintadas con su sangre a danzar y a cantar bajo la luna llena, es una actividad que les quitará el dolor del vientre y además, si tienen el flujo abundante, pueden ofrendar la sangre directamente desde su útero a la Tierra, simplemente poniéndose en cuclillas y observando cómo la sangre baja la Tierra y es absorbida por esta. Exploren su sexualidad durante los días de sangrado y compárenla con los demás días, verán que el clítoris parece más grande y la vagina está mucho más abierta y lubricada, además de que se pueden excitar con más facilidad ¡y les aseguro que esto quita todos los dolores!
Espero que les haya gustado este pequeño relato y les sirva de algo mi experiencia para avanzar en este camino.
¡Juntas podremos cambiar la sociedad!
Reciban todo mi afecto,
Aina
Tomado del blog
http://miperiodoalnatural.blogspot.com
Totalmente impactada con éste relato y con muchos relatos de otras hermanitas.
Es increible cómo la sociedad actual lleva años trasformando nuestra psique salvaje y nos dice que pertenecemos a… y debemos obedecer a… que debemos callarnos ante… no debemos mostrar… Y que dentro de nosotros hay tan vida, tanto sentimiento, energías, purificación , manifestación y señales que quieren salir, pero muchas no lo habíamos visto o sentido gracias a pertenecer a las criaturas aculturadas que esconden y civilizan lo que ven con un poder superior. Nosotras, madres de nuestra tierra y nuestra sangre.
Sin palabras… Pero muy agradecida.
Gracias a tí por leerlo y sentirlo 🙂